Xalapa | 2024-05-28
En la comparativa económico-social México avanza impulsado por la turbina Centro-Norte, coexistiendo con la fragilidad del Suroeste y Sureste. Regionalmente somos un país fragmentado, con anclaje y matices de implosión.
El diagnóstico de disparidades regionales está abundantemente estudiado, requerimos definir las vías de política pública para resolverlas y dejar de entenderlo como una cuestión de herencia.
Los datos del Índice Estatal de Competitividad 2024, publicados por el IMCO A.C., permiten obtener una fotografía inmediata, agrupando las entidades federativas en 8 regiones.
La comparación regional nace del propio análisis IMCO, contrastando los mejores y peores estados, seleccionando 25 de 50 indicadores, de los 6 subíndices.
Fragmentación (mejores entidades):
Tres bloques definen la fragmentación económico/social del país. La turbina Centro-Norte (19 indicadores, 76%). La fragilidad Suroeste-Sureste (5 indicadores) y el desperdiciado Occidente-Oriente (1 indicador).
Anclaje (peores entidades):
El anclaje y la fragilidad económico/social de México, provienen del Suroeste y Sureste, con el peor desempeño en 18 indicadores (72%).
Los datos enriquecen más el análisis, mostrando que en las regiones hay matices de implosión, como ejemplo:
Región Sureste
Región Noroeste
Región Centro Sur
Región Oriente
Esta fotografía regional, refleja a México dentro de las tres trampas del desarrollo definidas por la CEPAL:
La realidad del país con fragmentación, fragilidad, anclaje e implosión, perfilan la necesidad de una estrategia regional mediante el rol de la eficacia mutua, crecimiento económico con bienestar social, en dos vías de acción efectiva:
Al fortalecer la cooperación del sector privado, se multiplican las oportunidades para impactar positivamente la realidad:
La cancha de la prosperidad se puede ampliar con la participación de la iniciativa privada en los proyectos regionales, respecto a nuestra mayor apuesta en el comercio exterior y las remesas como salvación.
Así mismo, es importante que el ingreso laboral aumente para reducir la pobreza, creando programas sociales en capacitación, habilidades e idiomas.
El objetivo es alcanzar logros regionales bidireccionales (crecimiento económico con bienestar social) que permitan pasar de los desafíos a las oportunidades; con una vida digna, empleos formales, mejores salarios, prestaciones, igualdad y tranquilidad.