México | 2024-07-19
Hay quienes cuestionan, en política, en el círculo morenista e incluso priistas o panistas, si la incorporación de Ricardo Ahued, el alcalde de Xalapa, será complementaria y sana para un buen y futuro gobierno que empezará el 1 de diciembre con Rocío Nahle al frente.
La gobernadora electa ha dado muestras de carácter, aún sin tomar posesión, en los pocos días, ya de haber recibido la constancia como tal, y en las acciones que ha venido anunciando y tomando en su carácter de próxima mandataria del estado. Además de que le gusta tener todos los cabos amarrados.
Es por eso que existen versiones sobre si el munícipe xalapeño, ya en dos ocasiones, ex senador y director general de Aduanas en el gobierno de México aguantará el ritmo como se dice en el argot y a la dinámica que aplique la ex titular de Sener, porque este personaje pocas veces o en toda su carrera política ha caminado teniendo que obedecer a algún superior inmediato.
Por la constancia, prevalencia como servidor público, y como parte de un equipo y cabeza de los colaboradores de Nahle, Ricardo Ahued estará bajo el escrutinio.
Hay quienes aseguran que el puesto de alcalde es el que más le acomoda al empresario, tan es así que apareció en video el 11 de junio para aceptar llevar la secretaría de Gobierno en el próximo sexenio, pero de inmediato se regresó a lo suyo, y se mostró más interesado en proyectar la obra pública para el 2025, y dejar todo bien aceitado y acordado con su suplente, bajo la excusa de para "cumplirle a los xalapeños" que empezar a involucrarse en la política del estado.
Por ello se explica que ha sido alcalde en el 2005, además de diputado local, federal, senador y actualmente de nuevo alcalde de la capital del estado. Es decir, ahí se manda solo.
Pero por ejemplo de senador, en 2019 asumió el cargo de Administrador general de las Aduanas, sin embargo, poco le duró el gusto, apenas unos diez meses.
La radiografía de Ahued lo hace incompatible con una línea de mando, y por ello, la duda que pueda acoplarse a ello en una estructura como la del gobierno estatal, que requiere lealtad, asumir políticamente la posición de ser el segundo y ejecutar las principales responsabilidades como la gobernabilidad del estado y la estabilidad política.
Y es que aun cuando es cierto que constitucionalmente el periodo del nuevo gobierno comienza el 1 de diciembre, Nahle por ejemplo, ya recorre el estado, para conocer de cerca las demandas de los ciudadanos, está integrando el gabinete al anunciar a sus colaboradores y se involucra en problemas de movilidad en las ciudades más grandes, además de situaciones que afectan a la población como las inundaciones en la zona conurbada Veracruz Boca del Río, la más populosa del estado.
Caso contrario, a Ahued interesa más revisar las calles pavimentadas, la siembra de árboles en las colonias, y este miércoles, por ejemplo, recibir a los bailarines para echar a andar un festival floklórico.
Del ámbito político, no interesa, por ejemplo, involucrarse en el proceso legal de los Yunes de un clan importante en la vida política estatal, la operación indiscriminada del agua en la conurbación, los brotes violentos con muertes de civiles como el caso de Totalco, o los bloqueos en las Altas Montañas, parece que a Ahued ni siquiera le interesa verlos en los periódicos.
La rebeldía como subalterno se ejemplifica en los 10 meses que estuvo al frente del sistema aduanero.
El justificó que su salida se dio por algunos obstáculos que en política son normales y comunes, pero Ahued no lo aguantó y por el contrario, no supo cómo lidiar con esas crisis.
En Tijuana, fue el gobernador Jaime Bonilla, recién electo, por cierto, quien no le impidió hacer cambios en la administración de esa aduana.
Al ver que políticamente el mandatario se oponía y se apadrinaba en el altiplano eso molestó sobremanera al dueño de Casa Ahued.
Caso similar ocurrió en Guadalajara, la segunda mejor aduana del país, vía aeropuerto, y donde también quiso nombrar a sus funcionarios, pero se topó con pared, pues esas posiciones ya tenían nombres, particularmente de un influyente y pesado alto servidor público en palacio nacional.
El funcionario morenista, reciente en su primer cargo federal y de tan alto rango, pareció quedarle grande. Al menos para el manejo político que amerita esta responsabilidad.
No quiso atender las recomendaciones de que "en esas funciones deberían prevalecer quienes obedecían a los intereses del gobernador y de muy cercano al presidente López Obrador" cuenta una fuente allegada al ex funcionario.
Ante la disyuntiva y la molestia de Ahued, en dos ocasiones presentó su renuncia al presidente. Incluso, se recuerda, fue citado en la mañanera, y el tabasqueño lo exhibió que le había renunciado pero que no le aceptaría.
Fueron dos ocasiones, pero en las dos, quiso condicionar que los funcionarios que según él le obstaculizaban su trabajo, se deberían ir.
La tercera vez lo volvió a hacer, pero ya puso sobre la mesa su permanencia irrefutable con una condición irreconciliable de "o ellos o yo" lo que no gustó al huésped mayor de palacio, quien le dijo ahora sí te la acepto.
Y hasta ahí la tolerancia de Ahued que llegó a su fin, por ello la preocupación que con este tipo de actitudes pueda ocurrir algo similar en el próximo gobierno estatal.
La pregunta es si estará a la altura de lo que exige Veracruz en el control político del estado, la gobernabilidad y demás
No obstante, hay quienes confían que, por el bien de Veracruz y los veracruzanos, su inclusión en el gabinete al lado de Nahle, con quien caminó hace seis años y con quien trabajó desde el senado, genere buenos resultados y coadyuve a un gobierno efectivo.