México | 2024-08-28
La incontrolable voracidad y corrupción como sellos o males crónicos en una dependencia del gobierno estatal ha sido casi imposible de abatir particularmente si esto ocurre en Tránsito del Estado.
Y ante el insoportable "cochinero" que tenía en la Dirección General de Tránsito y Seguridad Vial, el Capitán José Antonio Camps Valencia, a sus flamantes superiores se les ocurrió una especia de enroque, intercambiando de puestos a este corruptazo personaje con el otrora "limpio" a la postre del mismo costal, Manuel Salvador Palma Valdovinos quien era a su vez el director general del C4.
Así, el primero, Camps Valencia, pasó ser titular de ese centro de control, C4, derivado de múltiples quejas ciudadanas de corrupción y también de una seria inconformidad de agentes, jefes de servicio y Delegados, los cuales ya no aguantaban la extorsión oficial.
Y es que en esa cueva de Alí babá las jugosas cuotas se enlistan en una especia de tabulador interno designado por Camps, quien no sólo les imponía un monto de 20 a 200 mil pesos mensuales por Delegación, sino que además les cobraba 60 mil por una base, 30 mil por un contrato, 20 mil por cambio de adscripción y así una buena lista de pagos asignados según el beneficio.
Así pues, en marzo de este año, Camps es relevado por otro marino, capitán también, Manuel Salvador Palma, quien como un espejismo llegó de "Salvador" a dicho encargo, dejando a su vez a Camps como el Director General del C4.
La tropa y los mandos medios y altos, cansados de la opresión y la cuota, que, a su vez, traducían a camioneros, transportistas urbanos, taxistas y hasta vehículos particulares, pensaron: ya nos llegó nuestro Salvador.
Resulta, según la historia que se tejió en la dirección de la dependencia, que Palma Valdovinos llegó con mano dura intimidando a todos, exigiendo cero corrupciones y advirtiendo que quien no caminara recto simplemente pagaría las consecuencias. Muy contundente y convincente expresaba que no le temblaría la mano para quitar a cualquier delegado sin importar si tenían padrino político. El personal operativo se intimidó y como los boxeadores se fueran a las cuerdas para evitar un nocaut y parecía que las cosas vendrían mejor.
Esa postura honesta, recta, legal se mantuvo por dos meses hasta que un delegado hábil, como el diablillo que habla al oído, pero con mitad y mitad de culpa, pues Palma no era un ingenuo, se dejó tentar por el acomodaticio, disfrazado de honesto, pero labioso y corrupto delegado de tránsito que ha tenido la capital veracruzana; Xalapa.
Entonces como la manzana que le da Eva a Adán, el insaciable delegado Ismael Herrera Rodríguez, le dijo que no fuera inocente, que esa dependencia no podía operar así, que aprovechara los meses que estaría en el cargo y sacara el provecho de lo que le dejaría la corrupción.
Palma lo escuchó y sucumbió –parte y parte- y aceptó el ofrecimiento del delegado xalapeño para ser quien le hiciera la operación negra, el trabajo sucio. Volvió en apenas unas semanas, la misma historia que delegó el anterior director.
Se impusieron elevadas cuotas mensuales a los delegados y empezaron los cobros de contratos, cambios de adscripción. Y como en el crimen organizado si no hay cuota hay castigo.
Recientemente varios pasaron de delegados a oficiales a lugares lejanos a sus domicilios por no cumplir, a cambio, otros elementos sin perfil adecuado, pero dispuestos y comprometidos a entrarle con "el camarón" que ya no es mensual sino quincenal, han subido rápidamente de categoría.
Hoy nuevamente la tropa y los delegados o ya exdelegados algunos, están hartos de estas extorsiones y abuso de poder.
El salvador resultó el verdugo que los azota sin consideración y el instrumento es el flamante delegado de Xalapa, Herrera Rodríguez quien presume ser protegido del alcalde Ricardo Ahued, virtual secretario de Gobierno en la entrante administración de Rocío Nahle, protector que le ha asegurado a Ismael Herrera que será el próximo director general de Tránsito y Seguridad Vial. Se podría imaginar lo que le espera al pueblo veracruzano.
Palma Valdovinos difunde así un falso discurso de honestidad y aseguran sus biógrafos que bajo la mesa recibe pacas de billetes de dudosa procedencia. Y sí, no le tiembla la mano, pero para recibir jugosos moches.
Surgen en la corporación la pregunta: ¿Cómo es posible que lo que todos saben no lo sepa ni el capitán Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, secretario de Seguridad Pública ni el gobernador Cuitláhuac García Jiménez?
Rocío Nahle tendrá que poner mucha atención y meter orden en esta y en todas las corporaciones de Seguridad Pública para evitar que pillos como Manuel Salvador Palma Valdovinos e Ismael Herrera Rodríguez sigan contaminando a la SSP. Y claro, quien seguramente también querrá repetir, José Antonio Camps.