Veracruz | 2020-08-16 | Francisco Blanco Calderón
(Primera Parte)
Un mercado globalizado se consolida con el empoderamiento del capitalismo transnacional, arrastrando consecuencias inmediatas, como la destrucción del medio ambiente por la industria, minería y sector energético y sobre todo la “desobediencia” social, ante la pandemia, de no acatar la sana distancia y lavado de manos, que ha puesto en jaque al binomio salud-economía en muchos de los países desarrollados y en gran medida en un sin número de naciones en vías del desarrollo.
En el caso de México, la respuesta ha sido contundente para hacer frente a la expansión del virus, por lo que debe revisarse su devenir entre 1940 al 2018, en el que se confrontaron tres formas de gobierno: fortalecer el consumo interno, consolidar la presencia internacional y el entregar a la nación al capital transnacional. Esto con el fin de explicar este año y medio de cambio de régimen, visto “de afuera hacia adentro”.
México experimento el desarrollo estabilizador, conocido como el milagro mexicano, de 1940 a 1964 con tasas de crecimiento mayores al 6% de PIB, estabilidad cambiaria, fortalecimiento de la agricultura e industria nacional, la producción atendía al consumo interno principalmente. De Lázaro Cárdenas a Adolfo López Mateos. Lo cierto es que fue el inicio del modelo de corrupción gubernamental, principalmente con Ávila Camacho y Miguel Alemán.
Después, fueron tres periodos contradictorios, los de Adolfo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo, con altos índices de violencia y represión a los movimientos sociales, de estudiantes y trabajadores. Periodo con vaivenes en lo interno para establecer presencia internacional, cuyos efectos fueron desastrosos para la paridad del peso y estabilidad de los precios de energéticos. El Gobierno consolida el control de la economía, pero la corrupción se expande en todos sus niveles.
De ahí, el modelo más injusto en lo social y económico, por privatizador y saqueador de los recursos nacionales, lo representó el neoliberalismo implantado a partir la década de los 80s, con Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, absorbiendo, por componendas electoreras, al panismo decadente de Vicente Fox y Felipe Calderón. La corrupción se consolida y se asienta en el sector empresarial, mediático, sindical, religioso e inclusive en el crimen organizado. Con expansión escandalosa de la deuda pública, cínica entrega de los recursos energéticos y naturales, la destrucción de sistemas de salud y educativo y la manipulación mediática, de embrutecimiento y desideologización de los sectores medios y populares. La corrupción asume el rol principal en las relaciones gobierno-empresa-medios-iglesia-sindicatos.
Con Carlos Salinas de Gortari se abre al mercado interno al consumo, producción y distribución de estupefacientes, dado que con López Mateos y Echevarría la consiga parecía ser: “por aquí pasan, me hago guaje, pero no se quedan”, ya en los gobiernos neoliberales no sólo se quedaron e invadieron el mercado nacional, sino que intervinieron en procesos electorales, permitieron la degradación del sistema de seguridad y se convirtieron en socios y cómplices. Gobiernos nefastos, saqueadores de recursos pero sobre todo ejerciendo el latrocinio del dinero público y la desaparición de los servicios de bienestar: vivienda, empleo, salud y educación.
Con el arribo de Andrés Manuel López Obrador y el respaldo de mas de treinta millones de votos, con la mayoría en el Congreso Nacional y de varias legislaturas estatales, se inicia el proceso de la cuarta transformación, a fin de erradicar la corrupción, frenar y revertir las reformas estructurales energéticas, educación, laboral, fiscal entre las principales.
Visión de especialistas
Para explicar los efectos que esta pandemia ha provocado a nivel internacional, es importante apoyarnos en la visión de expertos:
Para el reconocido politólogo Noam Chomsky, la deficiente respuesta del presidente Donald Trump ante la pandemia está ligada a intereses electorales y al afán de llenar los bolsillos de las grandes empresas, pero el problema de fondo está en el sistema. El filósofo y activista expresó que la clase capitalista proclama que EE.UU. es el país más fuerte a nivel global, pero es también el que tiene la mayor tasa de muertes por el nuevo coronavirus. Para Chomsky, esta crisis se explica a partir de tres razones principales: “la lógica capitalista, la doctrina neoliberal y la naturaleza del liderazgo político en el país norteamericano”.
Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía: “En el largo plazo, la economía global no podrá funcionar bien si los temores respecto al calentamiento global se vuelven realidad. Diferentes países se verán afectados, lo cual ocasionará migraciones y afectaciones descomunales. La guerra comercial seguirá afectando negativamente la inversión. Hay que reescribir las reglas de juego: darles más poder de negociación a los trabajadores, evitar los esquemas de explotación, administrar la globalización, cobrar impuestos de manera progresiva y adelantar políticas efectivas de redistribución, a través del gasto público en educación o salud, entre otros”.
El cineasta Michael More establece que “Los poderosos banqueros, muchos de ellos miembros de la administración del ex presidente George W. Bush, inventaron que el Estado aprobó para salvarlos de la crisis económica, mientras la clase media pierde sus propiedades y garantías. “Se necesita un control mayor del mundo de las finanzas y el capitalismo”, pide Moore, para ellos “lo único importante es estar en el poder”. “El capitalismo es injusto”, urge pedir una “verdadera democracia” contra el “capitalismo obsceno e inmoral”.
Boaventura de Sousa Santos, sociólogo portugués, determina tres escenarios: “En un primer escenario, las cosas empeoran. La idea es volver a una normalidad que nunca va a llegar y que, con la crisis que tenemos ahora, nos va a generar una sociedad aún más injusta, más insegura y mucho menos democrática. El segundo escenario es cambiar para que todo quede igual.
Los capitalistas están convencidos de que, si quieren continuar ganando, tiene que cambiar. El tercer escenario es el de la alternativa civilizatoria. Esta civilización viene desde hace cinco o seis siglos y está llegando al final, sobre todo, en lo que respecta a nuestras relaciones con la naturaleza, que no tienen precedentes. A mi juicio, la pandemia es una ventana de oportunidades para empezar a cambiar las cosas.
Visiones que determinan el panorama internacional y su incidencia en el deterioro a la naturaleza, el capitalismo salvaje de acaparamiento de la energía, los minerales, productos agropecuarios y el agua. Esta pandemia debe vislumbrar el cambio en las reglas de juego a fin de equilibrar la justicia, el bienestar y el desarrollo.