México | 2024-10-08
El reciente apagón en el complejo Morelos, ubicado en la zona industrial de Coatzacoalcos, no fue un incidente aislado, sino el destape de una herida purulenta y mucho más profunda.
Según los trabajadores, las instalaciones eléctricas están en ruinas, y lo que hemos visto con las fallas de los turbogeneradores es solo la punta del iceberg.
¿Cómo es posible que en un área tan crítica como la petrolera, las fallas eléctricas no solo afecten edificios, sino que paralicen prácticamente todas las áreas operativas?
Lo más alarmante es el contraste entre la realidad que viven los trabajadores y el discurso oficial.
Mientras Octavio Romero Oropeza, el aún director de Pemex, presenta una visión de éxito, los propios empleados señalan que ciertos sectores de las instalaciones no han visto un solo peso de inversión en años.
Y aquí radica el verdadero problema: no se trata de un simple apagón, sino de la manifestación de una crisis más profunda que afecta a la empresa.
En las entrañas de las plantas petroleras, los trabajadores narran una situación que roza el absurdo: la falta de focos para iluminar las áreas de trabajo es suplida con cooperaciones entre ellos mismos.
¡Sí, trabajadores arman la cooperacha para comprar focos...!
Parece un chiste de mal gusto que una de las empresas más importantes del país, que por años fue el motor económico de México, no pueda proporcionar ni lo más básico para mantener sus instalaciones en funcionamiento.
Para muchos, resulta irónico que Romero Oropeza haya gastado más en cartas de despedida personalizadas para los empleados que en suministros esenciales.
Tal parece que su preocupación por el estado de Pemex se apagó junto con las luces del complejo Morelos.
Romero Oropeza, el agrónomo que no sabía de nada de Pemex, ahora ya despacha en el Infonavit, donde tampoco conoce nada, pero su futuro está asegurado como director y no parece que lo llamarán a cuentas por la situación en la empresa petrolera.
En el Congreso, todo apunta a que los balances finales serán manejados para ofrecer una imagen de normalidad, aunque la realidad grite lo contrario.
El caso del complejo Morelos es más que un problema técnico; es un reflejo de la decadencia de una empresa que alguna vez fue orgullo nacional.
Mientras los trabajadores siguen luchando por mantener en pie lo que queda de Pemex, la dirección se ha mudado a otros intereses, dejando a la empresa en manos de la desidia y el abandono. Y si no se actúa pronto, no será solo la luz la que se apague.
Al paso de los días, la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento de Coatzacoalcos sigue convirtiéndose en una piedra en el zapato para el alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica.
En estos tiempos, la gestión de Hildeliza Abigail Díaz Calafell, directora general, sigue provocando dolores de cabeza por la lentitud con la que resuelve los problemas que se presentan en el abastecimiento de agua o drenaje en la ciudad.
Hay colaboradores que califican su prontitud para atender un tema como si fuera un caracol discapacitado en su movilidad. Así de ese tamaño.
Ayer una ´bombita´ estalló en palacio, porque a más de un mes de haberse solicitado una bomba en Mundo Nuevo para el abastecimiento de agua y que el alcalde diera la instrucción para su compra, la CMAS seguía sin resolver.
Las palabras "urgente" y "necesidad" parecieran no estar en el diccionario de uso frecuente de la directora de CMAS.
Los pobladores de Mundo Nuevo también denunciaron que la regidora sexta, Mayra Gutiérrez Cruz, estaría haciendo un uso faccioso o político con el agua, ya que, si lleva el vital líquido a la zona, solo apoya a un sector de la población con el cual siente simpatía.
Así las cosas con Hildeliza y Mayra.
Hay que tener en cuenta que, si los ciudadanos reciben servicios públicos más rápido y de mejor calidad, aumenta la satisfacción y la confianza en el gobierno, generando un impacto significativo en la percepción, así de simple.
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