Malinalli, seductora del conquistador de México

Coatzacoalcos Ver. | 2022-05-26 | Angélica López Martínez

La colaboración entre Hernán Cortés y doña Marina fue muy estrecha, hasta el punto que los indígenas llamaron Malinche al propio Cortés: el capitán de Marina

Doña Marina, Malinalli o Malintzin es uno de los personajes mexicanos más injustamente tratados por la historia y peor juzgado por la memoria colectiva. Incluso su nombre se convirtió en sinónimo de traición y afición por lo extranjero: ‘malinchismo’, aunque en realidad este nombre lo usaban los indígenas para nombrar a Hernán Cortés, no a su intérprete y traductora.

“La colaboración entre Hernán Cortés y doña Marina fue muy estrecha, hasta el punto de que los indígenas llamaron Malinche al propio Cortés: "como doña Marina estaba siempre en su compañía –dice Díaz del Castillo–, por esta causa llamaban a Cortés el capitán de Marina, y por más breve lo llamaron Malinche".

Cita tomada de https://historia.nationalgeographic.com.es/


De igual forma,  Hernán Cortés tampoco ha recibido el justo sitio que quizás le correspondería al lado de los grandes guerreros como Alejandro Magno y Ghengis Khan, pues a pesar de haberle entregado un imperio a Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico, los cronistas solo lo tienen por un aventurero mujeriego, casi un ‘bandolero’; el extremeño pobre que un día se hastió, se hizo a la mar desobedeciendo al Gobernador de Cuba, colocando a sangre y fuego los cimientos de México, nuestro México.

Mucho se ha intentado soslayar la gran función desempeñada por doña Marina en el proceso de la conquista, dado que al dominar el náhuatl y también el maya, fue capaz de conectar a Hernán con los grupos indígenas contrarios a los mexicas, pues es preciso aclarar, que en el Siglo XVI, no existía México como una unidad social, política y étnica, sino un conglomerado de grupos originarios vasallos de una Tenochtitlán que emulando a Babilonia, Egipto o Roma, los obligaba a pagar tributo, robando a sus mujeres y niños para sacrificarlos, devorando el corazón de sus enemigos.


Retomando el papel de Malinalli al lado de Hernán Cortés, es menester reconocerle su inteligencia y astucia, la cual fue capaz de unirla al propósito del extremeño, haciendo hincapié que la oluteca nacida posiblemente en el 1500,  odiaba a los mexicas, y que no pertenecía a ellos, lo cual la coloca en la misma situación de alianza que unió a lo totonacas de Cempoala, los tlaxcaltecas y los habitantes de Cholula, formando un contingente de tal vez 9 mil 500 soldados indígenas que marcharon contra Moctezuma y su pueblo.

En fechas recientes, incluso hay grupos feministas radicales que hasta han llegado a insinuar que Hernán Cortés abusó por la fuerza de Malinalli y que la apasionada relación que la historia nos ha querido vender, es falsa. Pero este intento por lavar la imagen prejuzgada de doña Marina, es peor que la enfermedad.

¿Acaso no fue capaz una seductora indígena de meterse en el ánimo y el lecho de un hombre como Hernán Cortés, que tenía buena fama de mujeriego ganada a pulso, pero que también era un gran negociador político que supo emplear el encono y sed de venganza que muchos señoríos profesaban a Tenochtitlán?

Insinuar que Malinalli fue obligada a actuar como intérprete por el conquistador, es despojarla de su empoderamiento, pues claramente la bella náhuatl se alzó como una figura distinguida y respetada por los europeos, como puntualmente lo describe Bernal Díaz del Castillo en su ‘La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’, prodigándole el tratamiento de ‘doña Marina’.


Sobra decir que Hernán estaba preocupado por su hijo Martín Cortés Malintzin y consiguió que en 1529 el papa Clemente VII lo reconociera como hijo natural, pues el descendiente de Malinalli fue el primogénito varón de Hernán Cortés.